Barrabravas : El "Gran Hermano" Del Fútbol De Ascenso

La hinchada de Nueva Chicago, uno de los "Grandes Hermanos" del Ascenso

Cuando hablamos de las barrasbravas, lo que se pueda decir de ellas excede la categoría. Pero es cierto que en el fútbol de ascenso, más que nada en las categorías más bajas, se nota más el dominio de este grupo de personas en los clubes. En esto se puede relacionar el libro 1984, de George Orwell, en donde el denominado Gran Hermano, controla Oceanía a través de telepantallas y micrófonos.

Por ahí muchos se preguntaran porqué este dominio se da más en los clubes de ascenso y la respuesta es simple. En general, los clubes de divisiones menores a la primera tienen muchos menos socios, la infraestructura es menor y se da el caso de "acá nos conocemos todos", entonces estos grupos dominantes tienen más fácil acceso al nucleo de los clubes, que no son solo las comisiones directivas, si no también, los socios.

Por otra parte, el dominio de estas personas por sobre las demás que componen un club está manifiesta en varios actos. Por ahí no estan dominandolos todo el día a través de telepantallas y micrófonos, como hace el personaje del libro 1984, pero al ya estar metidos en el club, intimidan. Suelen visitar domicilios de directivos cuando el rumo tomado no es el conveniente para los vándalos y demás. Un claro ejemplo del dominio por sobre todo lo que compone un club se da en Nueva Chicago por la división de su barrabrava. Allí, la antes mencionada se divide en dos grupos. La fracción de Los Perales y la fracción de Las Antenas. Cada vez que el Torito hace las veces de local, todo el público ajeno a este enfrentamiento está expuesto a la violencia o tiene que esperar para salir, o sea , estár preso en su estadio más de lo que debería porque antes deben liberar la zona de las dos hinchadas, obvio, sin que estas se crucen.

Quizá ya sea una frase trillada, pero es uno de los más grandes males del fútbol argentino. Es muy complicado de extirpar porque ya está metido en cada uno de los que va a una cancha. A pesar de que no guste, es lo que hay y uno se acostumbra, porque finalmente, quiere ir a la cancha a ver a su equipo. Si a esto le sumamos la complicidad de los dirigentes, de quienes se sospecha siempre que están involucrados en los negociados de las barras, hacen un cóctel explosivo difícil de desactivar.