El equipo de Mataderos, sin rumbo. |
Es una premisa dura la que se exhibe en el título, pero es la realidad. Al equipo de Mataderos, de grandeza, solo le queda el nombre. Es que desde que descendió de la Primera División en aquella promoción frente a Tigre, no solo tuvo inconvenientes serios en lo futbolístico, sinó también en lo institucional. El equipo del oeste tiene tres divisiones en su barra brava, lo que hace que cada partido de local sea una bomba a punto de estallar.
Si de las barras bravas hablamos, no podemos dejar de mencionar el bochornoso hecho sucedido durante el octogonal que el ex equipo de Mario Finarolli disputaba. Concluido el partido con Defensores de Belgrano en el bajo Nuñez, una fracción de dicha hinchada, antes de llegar a Mataderos, se subió al micro de la delegación del Torito y les robó toda la ropa a los jugadores. El presidente, Gustavo Lacanna, quiso intervenir, pero mucho no pudo hacer. Esta es una de las "puntas" que habla del pésimo momento institucional de Nueva Chicago.
Por el lado de lo futbolístico, recordemos que el equipo del cual hablamos tuvo dos descensos consecutivos. El segundo, del Nacional B a la Primera B fue, básicamente por el descuento de puntos que recibió por los incidentes frente a Tigre. Pero de todos modos, desde allí se comenzó a ver el decaimiento en el nivel de juego, hasta llegar al día de hoy, en donde debe entender que Lamadrid fue más y lo eliminó de la Copa Argentina.
Jugadores como Maximiliano Flotta, Ezequiel Carboni, que no están en su plenitud futbolística y física, ni mucho menos, delatan la desesperación del conjunto dirigido interinamente por Mario Franceschini. Las divisiones inferiores son practicamente ninguneadas, prueba de esto es que en todo el plantel solamente hay 3 juveniles provenientes del fútbol amateur. Sin dudas que Nueva Chicago tiene las condiciones para volver a ser el club que fue, pero será un trabajo duro. Primero deberá acomodar su condición institucional, que es muy pobre, luego, los resultados futbolísticos vendrán solos, por decantación.
De nuevo, está bien lo que escribe pero falla en las formas. Su título está mal. Podría ser: Un grande al que sólo le queda el nombre. O Un grandde del que sólo queda el nombre. Pero no como lo pone usted.
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